viernes, 3 de febrero de 2017

Marcos del Rosario Mendoza es uno de los más ilustres hijos de San Antonio de Guerra.

Por: Juan Lulio Aurelio Blanchard Santana

Nació en El Viso, en 1859, hijo de Marcos del Rosario y Aniceta Mendoza,  ambos nativos de esa comunidad.

Fue bautizado en la parroquia San Antonio de Padua, de Guerra. El niño creció fuerte, con la piel negra como la noche.  Con el paso de los años se convirtió en un joven alto y robusto, poseedor de un fuerte carácter y presto a las aventuras de alto riesgo. Fue así como su fama creció por toda la comarca. Marcos adquirió una dimensión que lo llevó más allá del lar nativo.  En 1894 fue nombrado subcomisario de la Policía Municipal de Guerra, y un año después Comisario.  En sus funciones de comisario se distinguió por el celo con que aplicaba las leyes. Tal fue su fama, que llegó hasta líderes cubanos exiliados que trabajaban en el  ingenio San Isidro. 

Los exiliados cubanos organizaban su guerra de independencia y un buen número de ellos se encontraban en la Republica Dominicana, específicamente en la región de Guerra.    Los cubanos que vivían cerca de Guerra necesitaban reclutar una persona  diestra  en el manejo de animales, conociera bien los caminos y las monterías de la zona para acompañar algunos de ellos a Samaná, desde donde pretendían zarpar con rumbo a Cuba. Ese intento  fracasó.

Luego, en 1895, llegó al país José Martí con el fin de negociar con Máximo Gómez su participación en la guerra.  Los cubanos que vivían cerca de Guerra convencieron a Marcos de alistarse para ir a Cuba a luchar por la independencia de aquella colonia española. Marcos no lo pensó mucho y, a pesar de que ya tenía compromiso de familia, se fue con los cubanos rumbo al Cibao.

En  el Cibao, Marcos, ya de 35 años, conoció al apóstol de la independencia cubana, José Martí.  Dicen algunos biógrafos que Martí quedo impresionado con la figura de Marcos y a partir de ahí le tomó un gran cariño. Al saber que Marcos era analfabeto, el Apóstol, que era maestro por naturaleza, procedió a enseñarle a Marcos a escribir su nombre. De allí partieron los cubanos y el dominicano para Monte Cristi,  donde Martí y Gómez tenían los arreglos para partir hacia Cuba.  Marcos contaba que la impresión que le causo al general Gómez no fue favorable. El general hizo lo posible por convencerlo de que no se fuera con ellos. Pero Marcos fue firme y no hubo forma de convencerlo. 

Fue así como seis   gloriosos combatientes se embarcaron hacia Cuba para participar en la guerra dirigida por Martí. De esos seis ciudadanos, cuatro eran cubanos,  incluyendo a Martí, y dos dominicanos: Máximo Gómez y Marcos del Rosario.  En el trayecto el general Gómez pudo aquilatar la valentía de Marcos y poco a poco fue cambiando de opinión respecto a él.

Al grupo de hombres que lo acompañó, Martí los llamó “la mano de valientes”.  Esa “mano de valientes” llego a Playitas, en la provincial de Oriente y desembarcaron, el general Máximo Gómez, el apóstol José Martí, Ángel Guerra, Paquito Borrero, Marcos del Rosario y Cesar Salas, a quienes se les unen el día 14, el coronel baracoense Félix Ruenes y sus tropas. Como la embarcación no podía llegar hasta la playa, “la mano de valientes” procedió a caminar hacia la orilla y Marcos, viendo la fragilidad de Martí, lo cargó en sus hombres hasta la orilla. 

Marcos estuvo junto a Martí hasta el fatídico 19 de mayo de ese año en que el Apóstol cayó acribillado en Dos Ríos. A partir de la muerte de Martí, Marcos y el general Gómez iniciaron un acercamiento que duró hasta que la muerte del generalísimo, el 17 de junio de 1905,  los separó.

En la guerra de independencia de Cuba Marcos del Rosario se convirtió en un personaje legendario. La bravura y la destreza con que manejaba el machete, y la elegancia con que cabalgaba  le hicieron ganar la confianza del  general Gómez. Poco a poco, en el fragor de la lucha, Marcos  fue ganando lauros y subiendo de rango. Al final de la guerra ya había alcanzado el grado de Coronel del Ejército Libertador de Cuba. 

Tan pronto terminó la guerra, Marcos le pidió al general Gómez que le permitiera regresar a su país. Es así como el héroe guerrense, con un extraordinario espíritu de humildad,  se instala de nuevo en su lar nativo para volver a entregarse con entusiasmo  al cultivo de la tierra.

El país vivía en 1898 bajo la dictadura del general Ulises Heaureaux (Lilis) la cual concluyó con el tiranicidio de 1899, en Moca. A partir de ahí el país vivió un proceso socio-político que fortaleció el liderazgo de los caudillos locales.

El coronel  del Rosario, acostumbrado al trabajo y a la guerra, rápidamente se vio envuelto en los menesteres de la montonera.  En San Antonio de Guerra, desde fines del  siglo XIX había una figura descollante, el general José Amador. Marcos, ahora con el rango de general, se hizo prácticamente lugarteniente de Amador.  En las contiendas entre jimenistas y horacistas, los generales Amador y del Rosario estaban fuertemente comprometidos con el Horacismo, la corriente que encarnaba el general Horacio Vázquez Lajara.  En esas lides, el general Marcos del Rosario participó en varias escaramuzas escenificadas en los alrededores del pueblo de Guerra hasta unos meses antes de que las tropas de Estados Unidos ocuparan el territorio nacional en 1916.

En esos años fueron silenciados los fusiles de la montonera, salvo esporádicos encuentros con los llamados “gavilleros”.

Abrumados por la fuerza militar estadounidense, los generales de la montonera retornaron a sus quehaceres ordinarios, fuesen estos el comercio, la ganadería o la agricultura. Con la instauración del régimen dictatorial del general Rafael Trujillo en 1930, la  montonera quedo sepultada para siempre. Los últimos caudillos fueron Cipriano Bencosme y Desiderio Arias, ambos asesinados por Trujillo, Bencosme el 19 de noviembre de 1930 y Arias el 20 de junio de 1931.

La estrella de Marcos del Rosario siguió intacta en Cuba, donde había luchado junto a  los grandes de la Independencia. En 1922, el único sobreviviente de la “mano de valientes”era Marcos del Rosario. En tal virtud fue invitado por el gobierno cubano a participar como guía experimentado en el trazado de la Ruta de Martí de Playitas a Dos Ríos. Marcos partió para Cuba en compañía de su sobrino Enrique del Rosario, y ambos tuvieron el honor de participar en dicha tarea patriótica. Marcos señaló con precisión todos los lugares donde habían estado con Martí. Y así quedo trazada la Ruta.

Marcos nunca abandonó su lar nativo, El Viso. Siempre mantuvo su propiedad allí, a pesar de que con los años logró adquirir una casa en la calle Real de Villa Duarte. Precisamente de allí partió el héroe guerrense para Cuba en 1944, a realizarse una operación en los ojos, en el hospital militar de La Habana, pero no pudo superar la cirugía y falleció.

Sus restos reposan en el Cementerio de los Héroes del Ejercito Libertador de Cuba, en La Habana.  

Sendas calles de San Antonio de Guerra y de Santo Domingo Este (Los Mina), llevan su nombre.

Fuente: http://sanantoniodeguerra.com/

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